Apócrifos de la Biblia

La historia del cristianismo y el relato bíblico ha sido motivo de discusión durante cientos de años. La Iglesia defiende la actual Biblia como el libro esencial del catolicismo, pero existen otros documentos, como el famoso Evangelio de Judas, que contradice esta versión oficial de los hechos y pone en el punto de mira la veracidad histórica de lo relatado y confirmado.

Pablo de Tarso no perteneció al círculo inicial de los 12 apóstoles, pero sus escritos constituyen la base de la mayor parte de la fe cristiana. Para él, lo verdaderamente importante en la vida de Jesús fue su muerte y resurrección. Sin embargo, algunos seguidores de Pablo, como los evangelistas Mateo, Marcos, Lucas y Juan, le enmendaron la plana: consideraban que la vida de Cristo también tenía importancia, y por ello compusieron sus evangelios. Pero con el paso del tiempo estas «vidas de Jesús» se quedaron muy cortas en detalles para los lectores, ávidos de saber más sobre el Mesías.

En tal sentido, los apócrifos sirven para contrastar datos o dichos de Jesús que ofrecen los evangelios aceptados por la Iglesia. Así, pueden hacer surgir dudas sobre la corrección de algunos pasajes canónicos. Es sabida, por ejemplo, la divergencia en la tradición aceptada por la Iglesia sobre quién fue la primera persona a la que Jesús se apareció tras su muerte: según Pablo de Tarso, fue el apóstol Pedro; según los evangelios de Juan y Marcos, quien primero lo vio fue María Magdalena; según el evangelio de Lucas, fueron dos de los discípulos de Cristo, de camino al pueblo de Emaús; pero según el Evangelio de los hebreos, apócrifo, fue Santiago, hermano de Jesús. Y en alguna ocasión los apócrifos pueden transmitirnos una sentencia de Jesús que probablemente sea verdadera, como el dicho número 83 del Evangelio de Tomás: «El que está cerca de mí está cerca del fuego. Y quien está lejos de mí está lejos del Reino».

Por otra parte, estos textos también permiten dibujar una imagen de la Iglesia primitiva diferente a la que terminó imponiéndose. Así, tanto el Evangelio de María (redactado a mediados del siglo II, y que convierte a María Magdalena en la primera apóstol, enfrentada a Pedro, a la que Jesús encomienda difundir las enseñanzas secretas) como el Evangelio de Felipe (del siglo III) defienden la imagen de una comunidad de seguidores de Jesús en la que tenían mucha importancia las mujeres, que luego fueron perdiendo terreno por la evolución masculinista de la Iglesia.

Precisamente ahí reside la importancia de los apócrifos: en el hecho de que posibilitan nuevas aproximaciones a las dos fuentes de la fe católica: las Escrituras y la tradición. Sin duda, el acercamiento al Jesús histórico debe hacerse a través de los documentos más cercanos a él en el tiempo: los evangelios canónicos. Pero sin olvidar los apócrifos, que desempeñan una función de contraste nada despreciable.

https://historia.nationalgeographic.com.es/a/otra-vida-jesucristo-evangelios-apocrifos_8743

El perdón

El perdón es uno de los temas principales de la Biblia. Desde la historia de Adán y Eva en el libro de Génesis y a través de las Escrituras vemos a muchas personas que pecaron y cometieron grandes errores. También leemos cómo Dios las perdonó y restauró. Son historias llenas de luchas y también del triunfo sobre el pecado y el mal.

Así es como Dios desea que vivamos, en comunión con él. Anhela perdonar nuestros pecados, restaurarnos en su amistad. Dios quiere que nuestras historias también reflejen la transformación que llega como producto de su perdón y su amor.

Nos gusta pensar que somos buenos y justos, pero en nuestro interior sabemos que cometemos errores e injusticias. Mentimos y causamos dolor a otros por causa de nuestro egoísmo. La Biblia llama a esto pecado, errar en el blanco, vivir separados de Dios. Sin embargo, él ha provisto la manera de reconciliarnos para restaurar nuestra relación con él. En la Biblia encontramos pasajes inspiradores que nos hablan del perdón de Dios y nos dicen cómo recibirlo.

¿Cómo se recibe el perdón de Dios?

1. Confesar los pecados

Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad.
(1 Juan 1:9)

Lo primero es expresar y reconocer las cosas malas que hemos hecho, decirlas a Dios. Él conoce todo y ya lo sabe. Pero nosotros necesitamos aceptar en humildad delante de él que le hemos fallado y que hemos hecho cosas que van en contra de su deseo para nosotros. Este paso de confesión abre la puerta para que su perdón fluya y nos alcance.

Dios nos limpia de toda maldad. No hay absolutamente nada que podamos confesarle que él no pueda perdonar. Su amor y su perdón alcanzan y cubren cada rincón de nuestro corazón.

2. Arrepentirse

El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan.
(2 Pedro 3:9)

No basta con confesar y reconocer las cosas malas que hemos hecho. ¡Necesitamos arrepentirnos! Cuando nos arrepentimos expresamos el dolor que nos causa el ver los errores que hemos cometido y eso nos impulsa a hacer los cambios necesarios para comenzar a actuar como Dios quiere.

Dios desea que todos nos arrepintamos, que reconozcamos que le necesitamos en nuestra vida. Quiere que nos reconciliemos con él y le recibamos como Señor y Salvador. Él no desea que ningún ser humano pase la eternidad lejos de él. Por eso espera con paciencia nuestro arrepentimiento.

3. Creer en Jesús

Luego debemos creer en Jesús, porque solo en él tenemos salvación. Necesitamos creer que Jesús es Dios, que a través de su muerte en la cruz y su resurrección somos salvos y reconciliados con Dios.

Es importante expresar con nuestra boca la certeza que hay en nuestro corazón. Debemos confesar que Jesús es el Señor. Decidimos pasar el señorío de nuestra vida a él. Ya no hacemos más lo que queremos, no vivimos para satisfacer nuestro ego. Él es el Señor y le obedecemos porque nos ha transformado y ha dado sentido real a nuestra vida.

La obra de Jesús

1. Perdón

En él tenemos la redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia que Dios nos dio en abundancia con toda sabiduría y entendimiento.
(Efesios 1:7-8)

La sangre que Jesús derramó en la cruz fue el precio que él pagó para que nuestros pecados fueran perdonados. Él nos redimió, nos rescató y no somos más esclavos del pecado. A través de Jesús somos libres de su poder. Y todo esto ha sido por la gracia abundante de Dios, un regalo que no merecíamos.

2. Redención

Él nos libró del dominio de la oscuridad y nos trasladó al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención, el perdón de pecados.
(Colosenses 1:13-14)

Gracias a la obra de Jesús, ya el pecado que nos separaba de Dios no tiene más poder sobre nosotros. No somos más sus esclavos. Ahora pertenecemos al reino de Jesús, reino de luz, de perdón y libertad. ¡Qué gozo más grande!

3. Intercesión

Mis queridos hijos, les escribo estas cosas para que no pequen. Pero, si alguno peca, tenemos ante el Padre a un intercesor, a Jesucristo, el Justo. Él es el sacrificio por el perdón de nuestros pecados, y no solo por los nuestros, sino por los de todo el mundo.
(1 Juan 2:1-2)

Dios desea que vivamos vidas de obediencia, pero conoce nuestra naturaleza humana. Sabe que podemos fallar en ocasiones aun cuando nuestro deseo es de ser fieles y obedientes. Jesús intercede por nosotros, es el único que puede hacerlo, porque solo él está libre de pecado, es totalmente justo y misericordioso.

https://www.bibliaon.com/es/recibir_perdon_dios

Las 7 inigualables características del perdón de Dios

Abraham

(Ur, hoy desaparecida, actual Irak, siglos XIX-XVIII a.C. – cerca de Mamré, actual Israel, siglo XVIII a.C.) Patriarca hebreo. Según la narración bíblica, el padre de Abraham, Teraj, salió con su familia de Ur, en tierra de los caldeos, y llegó a Jarán. De allí, obedeciendo un mandato de Dios, Abraham marchó con su mujer, Sara, y con todo su séquito a Canaán, donde llevó una vida nómada.

A raíz de una época de hambre se trasladó a Egipto, pero luego volvió y se estableció en la llanura de Mamré, cerca de Hebrón. Dios realizó con él la Alianza, prometiéndole la tierra de Canaán para él y para sus descendientes, que serían tan numerosos «como el polvo de la tierra». Su esposa Sara no había concebido hasta entonces, pero Abraham tuvo un hijo (Ismael) de Agar, esclava de Sara.

Poco después le volvió a visitar Dios en Mamré y le prometió un hijo de la propia Sara. Ella se rió al oírlo, puesto que tenía ya noventa años, pero Dios cumplió su promesa y Abraham fue padre de Isaac. Tenía entonces cien años. Agar fue expulsada de la casa y marchó con su hijo Ismael al desierto, donde se instalaron.

Años después, Dios quiso probar la obediencia de Abraham y le mandó que le ofreciera en sacrificio a Isaac. El patriarca aceptó el mandato, pero en el último momento Dios le eximió de tan dura carga. Al morir Sara, Abraham compró un sepulcro en la cueva de Macpela, en Hebrón, y allí la sepultó. En esa misma tumba fue enterrado él cuando murió, a los 175 años de edad.

Abraham y su hijo, Isaac, así como el hijo de éste, Jacob, son tenidos por patriarcas. Jacob, que además recibió el nombre de Israel, tuvo doce hijos que llegaron a ser patriarcas de las tribus de Israel. Y, según la Biblia, esta familia creció y se convirtió en una gran nación. Es difícil valorar el trasfondo histórico de la historia de Abraham. Acaso vivió realmente, pero es posible también de una figura legendaria, conmemorada en las crónicas de su pueblo migratorio.

Abraham constituye una parte muy importante de la historia bíblica de la salvación y es considerado el padre del judaísmo. Tanto la religión judía como el cristianismo lo consideran el depositario de la bendición para todos los pueblos. El judaísmo lo ha considerado siempre como un modelo de hombre justo y ha alabado su vida mediante numerosas tradiciones. En las épocas oscuras de la historia de Israel, los profetas hebraicos siempre intentaron devolver la confianza a su pueblo recordando a Abraham y su alianza con Dios: «Considerad la roca de que habéis sido cortados, la cantera de donde habéis sido extraídos. Mirad a Abraham, vuestro padre».

https://www.biografiasyvidas.com/biografia/a/abraham.htm

La Virgen María

La Virgen María nació de San Joaquín y Santa Ana, para ser la famosa MUJER prometida en el proto – evangelio [Gen 3:15] como aquella que aplastaría la cabeza de la serpiente. Siendo exenta del pecado original y viviendo una vida perfecta en cumplimiento de la voluntad de Dios.

La Virgen María concibió por el poder del Espíritu Santo el Salvador del mundo, nuestro Señor Jesucristo. Ella aportó la Carne y la Sangre para la Divinidad del Hijo de Dios que se encarnó y se hizo hombre (Ver Juan Capítulo uno) por esta razón, la Iglesia la llama Madre de Dios, en griego Theotokos

La Bendita Virgen María no murió en una forma humana porque estaba exenta del pecado original por un privilegio de Dios y fue Inmaculada.

Ella pasó de esta existencia física a un plano espiritual  a través de un éxtasis de amor. Los Padres de la Iglesia hablan acerca de su «dormición», y como después de tres días fue asumida a los cielos.

Dios hizo grandes cosas con la Santísima Virgen María, la hizo madre suya y madre nuestra, la ascendió como Reina a su trono celestial y la coronó como en Reina del Cielo, de la tierra, de todo lo creado, visible e invisible. La vistió de Luz, Majestad y Gloria, la colmó de Poder, Sabiduría, Gloria y todos sus Atributos Divinos.

Ella es la Reina de los Cielos y la Reina de toda la creación, su santidad sobrepasa la santidad de todos los santos y los ángeles juntos.

Ella es la mujer vestida con el sol descrita en el Apocalipsis, la Nueva Jerusalén, la Ciudad de Dios, la Montaña de Sión de que tanto se habla en las escrituras, Ella es el tabernáculo viviente de la Divinidad.

La verdadera devoción a la Virgen María nos conduce a Jesús.

https://www.theworkofgod.org/spanish/libreria/catolico/quien_es_la_virgen_mar%C3%ADa.htm

Papa Benedicto XVI

El cardenal Joseph Ratzinger, Papa Benedicto XVI, nació en Marktl am Inn, diócesis de Passau (Alemania), el 16 de abril de 1927 (Sábado santo), y fue bautizado ese mismo día. Su padre, comisario de la gendarmería, provenía de una antigua familia de agricultores de la Baja Baviera, de condiciones económicas más bien modestas. Su madre era hija de artesanos de Rimsting, en el lago Chiem, y antes de casarse trabajó de cocinera en varios hoteles.

Pasó su infancia y su adolescencia en Traunstein, una pequeña localidad cerca de la frontera con Austria, a treinta kilómetros de Salzburgo. En ese marco, que él mismo ha definido «mozartiano», recibió su formación cristiana, humana y cultural.

El período de su juventud no fue fácil. La fe y la educación de su familia lo preparó para afrontar la dura experiencia de esos tiempos, en los que el régimen nazi mantenía un clima de fuerte hostilidad contra la Iglesia católica. El joven Joseph vio cómo los nazis golpeaban al párroco antes de la celebración de la santa misa.

Precisamente en esa compleja situación, descubrió la belleza y la verdad de la fe en Cristo; para ello fue fundamental la actitud de su familia, que siempre dio un claro testimonio de bondad y esperanza, arraigada en la pertenencia consciente a la Iglesia.

En los últimos meses de la segunda guerra mundial fue enrolado en los servicios auxiliares antiaéreos.

Ha recibido numerosos doctorados «honoris causa» por el College of St. Thomas in St. Paul (Minnesota, Estados Unidos), en 1984; por la Universidad católica de Eichstätt, en 1985; por la Universidad católica de Lima, en 1986; por la Universidad católica de Lublin, en 1988; por la Universidad de Navarra (Pamplona, España), en 1998; por la Libre Universidad María Santísima Asunta (LUMSA) Roma, en 1999; por la Facultad de teología de la Universidad de Wroclaw (Polonia) en 2000.

https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/biography/documents/hf_ben-xvi_bio_20050419_short-biography_old.html

Religión

Bienvenidos a la sección de religión, donde en este blog os contaremos todo lo relacionado con el mundo de la religión (para qué sirve, que se estudia en esta asignatura, opiniones,…).

La religión es un conjunto de sistemas culturales, de creencias y visiones del mundo que relaciona la humanidad a la espiritualidad y, a veces, a los valores morales. Muchas religiones tienen narrativas, símbolos, tradiciones e historias sagradas que están destinadas a dar sentido a la vida o para explicar el origen de la vida o el universo.

En este caso vamos a hablar de la figura de Jesús de Nazaret.

Jesucristo sigue siendo una de las figuras más influyentes. En su nombre se han fundado ciudades, a su gloria se han dedicado increíbles obras de arte y su espíritu se ha invocado a la hora de entrar en batallas. Es el personaje central de los Evangelios que conforman la Biblia y el eje central en torno al que gira la religión cristiana. El nacimiento de Jesús se produjo en Belén.

Predicó la palabra de Dios, al tiempo que sus milagros extendieron su fama. Gracias a su carisma, formó una legión de seguidores incondicionales, entre los que destacaron los apóstoles, que continuaron su misión evangelizadora. Fue condenado a morir en la cruz para pagar por los pecados de la humanidad, pero resucitó y ascendió a los cielos. Te mostramos cómo ha sido retratado, qué hay de verdad y qué de leyenda, cómo cambió la historia de la humanidad con su aparición o qué reliquias santas han llegado a nuestros días.

https://historia.nationalgeographic.com.es/personajes/jesucristo